domingo, 29 de marzo de 2009

Stiths














El Mejor Perro Holandes


lunes, 16 de marzo de 2009

ECOLOGÍA DEL LOBO


Durante la mayor parte del siglo XX, el lobo (Canis lupus) ha sido intensamente perseguido y relegado a área remotas e inaccesibles, hasta que la especie ha llegado a simbolizar las zonas silvestres y deshabitadas. Pero como consecuencia de la revolución ambiental que comenzó en la década de los 70, la tolerancia del público aumentó y los lobos comenzaron a recuperarse en todo el mundo occidental, colonizando hábitats que hasta el momento se habían considerado inviables para la especie Mech (1995).

Hoy sabemos que el lobo no es una especie propia de zonas salvajes, sino que los conflictos con el hombre le han relegado históricamente a áreas remotas. En esencia, el lobo es un generalista capaz de vivir en cualquier medio donde el hombre tolere los problemas que la especie propicia. La mayor restricción para la expansión del lobo son los conflictos en áreas ganaderas y en zonas cinegéticas, lo que confiere a los aspectos socioeconómicos y culturales una enorme importancia en la definición de su hábitat.


ESTUDIOS DE POBLACIÓN

El lobo ocupaba a principios del siglo XX gran parte de España, pero, como en el resto de Europa, fue perseguido hasta quedar relegado a los lugares más agrestes de nuestra geografía, y a finales de los años 60, el lobo se encontraba quizás próximo a la extinción. Hace tres décadas, José Antonio Valverde (1971) vio que ya había desaparecido de casi toda la geografía española y se encontraba arrinconado en las más recónditas sierras zamoranas y leonesas y en algunos lugares de la cordillera Cantábrica y de Galicia. En el sur, todavía era común en Sierra Morena oriental, pero estaba ya al borde de la extinción en la región oriental y

central de la Sierra Morena.

Estudios de 1987 y 1988, inanciado por el antiguo ICONA.

Para estimar el tamaño de la población de lobos, se identificó la presencia de parejas reproductoras por la aparición de cachorros en primavera y verano. En esta época, los lobeznos y lobatos son relativamente conspicuos, y con frecuencia son observados, atropellados por coches o cazados en el medio rural. Se estimó el número de lobos multiplicando los grupos familiares por 5 y por 7. La primera cifra expresaría el número de lobos en primavera -antes del nacimiento de las crías-, y la segunda, en otoño, hacia la mitad del ciclo anual

Tras analizar los datos de campo,en 1988 la población española de lobos se extendía por unos 100.000 km2 - la quinta parte del país-, y estaba formada por unos 300 grupos reproductores, lo que supone una cifra aproximada de 1.500 a 2.000 lobos. Esto le convierte a España en la nación con más lobos de Europa si exceptuamos Rusia y Rumanía, y le confiere por tanto a nuestro país una responsabilidad muy especial en cuanto a la conservación de la especie. La población del norte de España se extiende por una zona continua y mostró en la década de los 70 y los 80 una clara tendencia a la recuperación.

Dicha tendencia se dedujo de dos hechos:

en las áreas donde existían cifras disponibles, el número de lobos cazados aumentó de forma muy

considerable en las dos décadas mencionadas

el área de distribución se extendió, fundamentalmente hacia el Este y el Sur.

El hecho de que este núcleo septentrional sea una población continua y no fragmentada es muy importante de cara a su conservación.Los lobos alcanzaban densidades de hasta 5-7 lobos/100 km2 en una zona de unos 2.000 km2 de Zamora que incluye la Reserva de la Culebra, y de 3,0-4,2 lobos/100 km2 en un área situada al sur de la Cordillera Cantábrica, que incluye parte las provincias de de León, Palencia y Burgos. Muchas zonas del interior de España han experimentado un proceso de abandono rural que ha permitido la recuperación de la vegetación natural y un consiguiente aumento del número de corzos y jabalíes. En la mitad norte de España, el lobo se recuperó como consecuencia de la nueva conciencia conservacionista, en 1970, el lobo dejó de ser considerado legalmente como alimaña y se clasificó como especie cinegética; en 1983, se prohibió definitivamente el uso legal del veneno, que desde entonces ha estado casi ausente de nuestros campos hasta su vigorosa reaparición ya en la década de los 90

En la España Centra el lobo desapareció de los Montes de Toledo, hacia la década de los 70

Al sur dos poblaciones pequeñas y aisladas en Extremadura y Sierra Morena. Aquí el área de distribución ha disminuido claramente, y estas pequeñas poblaciones están al borde de la extinción. Los lobos viven en grandes fincas privadas en unas condiciones de hábitat aparentemente excelentes. No obstante, los conflictos con la explotación comercial de la caza mayor han llevado a los lobos al borde de la extinción. Es más, Al sur la densidad media en el área de distribución del lobo en España en 1988 era de 1,5-2,0 lobos por 100 km2, es decir, más o menos similar a las de otras poblaciones situadas en latitudes parecidas, y más elevada que las de ecosistemas boreales

Estudios de la década de los 90 en los bordes de la población septentrional. En esencia, el mapa de distribución se diferencia poco del dibujado hace 10 años. Los lobos han aumentado ligeramente en Asturias, Cantabria, el País Vasco y la Rioja. En la llanura castellana la población parece haberse saturado y los lobos han atravesado el Duero para establecerse -en baja densidad pero de forma estable- al sur del río.

En resumen, en la última década todo parece indicar que la recuperación de la población del norte español se ha consolidado, aunque el área de distribuición ha variado muy poco. En algunos lugares, los lobos han alcanzado zonas ganaderas donde se producen importantes conflictos sociales, como ocurre en el País Vasco, donde la expansión se ha frenado casi por completo. En otras áreas hay excelentes expectativas para una futuro incremento, como sucede en muchas zonas castellanas situadas al sur del Duero a pesar de las ideas cinegéticas de la Junta de Castilla y León de considerarlo como trofeo de caza.


LA DIETA.

En su libro pionero sobre la especie, Mech (1970) definió al lobo como el predador de grandes mamíferos del Hemisferio Norte. Aparte del hombre y el lobo, los otros animales que habitualmente cazan grandes mamíferos en el Hemisferio Norte son algunos félidos, como el puma en Norteamérica y el tigre y el leopardo en Asia. Parece que estas especies raramente alcanzan la densidad y la distribución que los lobos podrían alcanzar.

Sin embargo, el hecho de que el lobo haya evolucionado para cazar grandes mamíferos en los ecosistemas naturales no significa que no pueda adaptarse a otras condiciones. En medios humanizados, los lobos pueden vivir casi exclusivamente de carroñas y basuras, y en la Europa meridional -como en Portugal, España e Italia-, los lobos han prosperado durante siglos en medios donde los ungulados silvestres eran muy escasos o habían desaparecido.

Su dieta es muy diversa, como han demostrado los estudios realizados en España. La alimentación varía en las diferentes regiones, aunque la dependencia del ganado doméstico -en su mayor parte, consumido como carroña y de los ungulados silvestres es un rasgo común en casi todo el país (Cuesta 1991). En la mitad occidental de Galicia -una zona con alta densidad de población- el lobo se alimenta sobre todo de restos de gallineros y granjas de cerdos, y de ganado. En la Cordillera Cantábrica, el área subcantábrica y la Sierra de la

Demanda, de ungulados silvestres (corzos y, en menor medida, jabalíes y ciervos) y domésticos. En la llanura cerealista castellana, los conejos (Oryctolagus cuniculus) pueden tener gran importancia, llegando a aparecer en el 44,4% de los excrementos y estómagos analizados en primavera y verano. En Extremadura, tanto de ungulados silvestres como domésticos, y en Sierra Morena los ciervos parecen ser su alimento esencial.

La proporción de ungulados silvestres en la dieta con relación a la de domésticos depende de la disponibilidad de ambas clases de presa. Llaneza (1996) analizó la alimentación del lobo en dos áreas del occidente asturiano distantes sólo unos 20 km, que se diferenciaban en la carga de ganado extensivo: en la primera zona, los caballos semisalvajes -que alcanzaban una densidad 100 veces superior a la segunda- constituyeron el 68% de las presas, y los ungulados silvestres, sólo el 13%. En la segunda, los caballos formaron sólo el 8% de la dieta, mientras que corzos y jabalíes alcanzaron el 80%.

En general, los estudios realizados en España resaltan la importancia que los despojos de animales domésticos tienen en la dieta del lobo. Si repasamos los principales datos recogidos en nuestro país, observamos que los animales domésticos constituyen el 63,2% de la biomasa en un trabajo realizado en cinco áreas loberas españolas (Cuesta 1991), el 45% de

las presas en las llanuras cerealistas castellanas (Barrientos, 1989); el ganado aparece en el 39% de los excrementos recogidos en las comarcas del Torío y el Curueño (León) (Salvador y Abad, 1987) y representa el 30,4% de la biomasa en un estudio en la Cabrera leonesa (Vilà et al., 1990; Urios, 1996). Estos resultados están expresados de formas diferentes y no son directamente comparables, pero dejan de manifiesto que los lobos comen mucho más ganado del que matan.

Cada lobo español mataría de media poco más de tres cabezas de ganado al año, pero no menos del 30% de su alimentación está compuesta por ungulados domésticos. La cuestión es muy simple: los lobos españoles consumen la mayoría del ganado en forma de carroña. Tellería y Sáez-Royuela (1989), trabajando en una zona de Burgos donde el lobo aumentó a principios de los 80, estimaron que, además de las presas naturales, relativamente abundantes (corzos, jabalíes, liebres), existe una disponibilidad anual de alimento de 6 a 7.000 kilos de carroña de ovino por lobo y año, procedente de las ovejas que mueren por causas naturales y son abandonadas en el campo. Las grandes cantidades de alimento que los lobos pueden consumir sin entrar en conflicto con el hombre son fundamentales para comprender su supervivencia en países densamente poblados como España.

En la llanura cerealista castellana, casi el 80% del alimento estaba constituido por animales domésticos, que los lobos consumen en muladares (Blanco y Cortés, 1999). Este estudio ha dejado claro que pueden existir poblaciones de lobos relativamente densas (de 2 a 3 lobos/ 100 km2) y en expansión en medios donde los ungulados silvestres son muy escasos. Estos resultados sugieren que en muchas zonas de España y en otros países desarrollados, el alimento

no es un factor limitante de las poblaciones de lobos, como parece ocurrir en áreas naturales. Es probable que en la mayoría de las zonas españolas, el número de lobos se mantenga por debajo de la capacidad de carga del hábitat. En países densamente poblados, es posible que los lobos entren en conflicto con el hombre y su densidad se rebaje mediante la caza antes de alcanzar el límite de la capacidad de carga impuesta por el alimento.


DINÁMICA DE POBLACIONES. EL LOBO ES UN GENERALISTA

El lobo ha sido exterminado en gran parte de su área de distribución mundial por la tremenda persecución de que ha sido objeto a causa de los conflictos que mantiene con el hombre. En todos los lugares donde el lobo coincide con el ganado, se producen daños que desatan su persecución (Mech, 1970). Para comprender la capacidad del lobo de vivir en medios densamente humanizados -soportando una elevada mortalidad cauussada por el hombre- hay que tener en cuenta su dinámica poblacional.

Lla estrategia vital del lobo es en muchos aspectos muy diferente - e incluso opuesta- a la de la mayoría de las especies amenazadas, de los que el oso pardo (Ursus arctos) podría ser un exponente típico. En general, los vertebrados amenazados suelen ser especialistas ligados a un tipo de hábitat muy concreto y dependientes de uno o unos pocos tipos de alimento. El lobo, por el contrario, es un generalista, puede ocupar medios muy diferentes y aprovechar fuentes de alimento muy variadas. Por otra parte, la mayoría de los especies seriamente amenazadas son animales con escasa capacidad de reproducción, que se recuperan muy lentamente después de haber sido explotados abusivamente por el hombre. El lobo es una estratega de la reproducción, con un elevado potencial reproductivo y una estructura social muy flexible, lo que le permite prosperar siempre que haya alimento disponible y la mortalidad causada por el hombre no sea mayor que su tasa de reproducción (Fuller, 1995).

En 11 estudios realizados en Norteamérica, el tamaño medio de camada por manada varió entre 4 y 7; en general, cuanto mayor es la biomasa de ungulados por lobo, mayor es el tamaño de camada, aunque estrictamente hablando no existe una relación lineal entre ambas variables (Fuller, 1989; 1995). En España, el tamaño medio de 129 camadas conocidas (Blanco 1990) fue de 5,33 cachorros. Estos datos proceden de camadas retiradas ilegalmente en las madrigueras o de observaciones de jóvenes acompañando a su madre en los meses de verano, y por tanto representan cifras conservativas; el número real de lobeznos nacidos será por tanto mayor que la cifra señalada. Esta productividad relativamente elevada sugiere también que la población española -al menos en la década de los 80, cuando se recogieron los datos de aquel estudio- se encontraba por debajo de la capacidad de carga del hábitat impuesta por el alimento.

En los escasos lugares del mundo donde los lobos no sufren una elevada mortalidad causada por hombre -por ejemplo, en Isle Royal (Peterson, 1995), en el Parque Nacional Denali, Alaska, (Mech 1998) o en el Alto Ártico (Mech, 1997)-, las poblaciones se regulan por medio de la territorialidad, y las principales causas de mortalidad son la inanición y las luchas con lobos de otras manadas. En la población de Isle Royal (Michigan), que no sufre en absoluto mortalidad antropógena, la mortalidad anual causada por los dos factores mencionados en un periodo de 20 años varió entre el 18 y el 57% anual (Peterson y Page, 1988) y en un estudio de 9 años en el Parque de Denali (Alaska) alcanzó el 27% anual (Mech et al., 1998). Pero en la mayoría de las poblaciones del mundo, la mortalidad causada por el hombre suele constituir la principal causa de mortalidad.

En España, en el periodo de 12 meses entre 1987 y 1988, con datos de más de 300 lobos muertos por el hombre, se estimó que las cifras reales oscilarían entre 550 y 750 ejemplares muertos cada año. Un 20% de la mortalidad identificada correspondía a cachorros capturados en las madrigueras, y un 60%, a ejemplares muertos a tiros (Blanco, 1990). La mayoría de los casos conocidos en aquel estudio se referían a lobos muertos de forma ilegal.

Con una tasa de mortalidad similar, cualquier otro carnívoro de mediano o gran tamaño no habría tardado en extinguirse. Pero el lobo -siempre que exista una población continua que permita el trasiego de ejemplares de manadas adyacentes- tiene una gran capacidad de encajar altas tasas de mortalidad.

Fuller (1995) analiza los datos de nueve estudios realizados en Norteamérica y concluye que las poblaciones descienden sólo cuando la mortalidad anual es igual o superior al 35% de la población (excluyendo a los jóvenes menores de 6 meses). De acuerdo con dicho autor, con suficiente alimento, una población de lobos puede teóricamente duplicarse en un plazo de 2 a 5 años. En las poblaciones que recolonizan el norte de los Estados Unidos, se han encontrado importantes tasas de incremento. En Wisconsin, los lobos han aumentado un 21% anual entre 1986 y 1991, y en la Península Superior de Michigan, un 50% anual entre 1991 y 1994 (Fuller, 1995). Tales incrementos sólo son posibles cuando los núcleos en expansión están respaldados por una vigorosa población "fuente" o generadora de ejemplares (Fuller, 1995)

La evolución de las poblaciones aisladas puede ser muy diferente, como se ha constatado en los núcleos españoles de Extremadura y Sierra Morena, que, tras alcanzar un nivel suficientemente bajo, parecen incapaces de recuperarse, incluso con unas condiciones de hábitat y alimento óptimas.

La vitalidad de una población que continua viviendo en un hábitat de alta calidad ha quedado de manifiesto en un estudio realizado en un área de 23.000 km2 de Yukon. Allí, se redujo drásticamente una población de lobos para permitir el incremento de los ungulados, y posteriormente se estudió su recuperación. La población aumentó desde 29 ejemplares en marzo de 1989 hasta 240 en marzo de 1994, recuperando los niveles iniciales en sólo 5 años (Hayes, 1995). En España, aunque no hay datos tan detallados como los recogidos en América, se han constatado incrementos importantes en las poblaciones recolonizadoras de Burgos a principios de los 80 (Tellería y Sáez Royuela, 1989) y del País Vasco a principios de los 90 (Sáenz de Buruaga 1994). Los procesos que conducen al incremento de una población de lobos se han descrito en Fritts y Mech (1981) en Minnesota y, más detalladamente, en Hayes (1995) en Yukon. En este último estudio, la recuperación poblacional incluyó la siguiente secuencia de procesos: )

  • una rápida dispersión de lobos jóvenes hacia las zonas vacías

  • seguida de una inmediata formación de parejas

  • establecimiento territorial y cría

  • las manadas vecinas ampliaron sus territorios ocupando áreas vacantes.

El crecimiento se sostuvo gracias a la elevadísima tasa de supervivencia y a las bajas tasas de dispersión. Las manadas se rompían en otras menores que ocuparon todo el espacio disponible, y posteriormente el tamaño de manada aumentó gracias a los jóvenes que compartieron el territorio familiar en vez de dispersarse.

El estudio de la dispersión es muy importante para explicar los procesos de expansión y recolonización. En Europa no hay ningún estudio que aporte datos a este respecto. La información más detallada procede de Minnesota (Gese y Mech, 1991), donde la dispersión afecta de forma similar a lobos de ambos sexos, suele tener lugar entre los 1 y 2 años de edad y está precedida con frecuencia de exploraciones previas de duración variable. En la población estudiada por los dos autores citados se dispersaron el 8% de los adultos (mayores de dos años), el 75% de los jóvenes entre uno y dos años de edad y el 16% de los lobatos menores de un año. La dispersión se produjo sobre todo entre febrero y abril y entre octubre y noviembre. La mayoría de los adultos que se dispersaron consiguieron emparejarse y criar, los jóvenes tuvieron un éxito moderado en el emparejamiento y bajo en la cría, y los lobatos raramente llegaron a emparejarse (Gese y Mech, 1991). La mayoría de los ejemplares se establecieron a menos de 50 km del lugar de nacimiento, pero se sabe de un macho marcado en Minnesota que recorrió 880 km (Fritts, 1983). En España, en 1987, un macho joven fue muerto en Morella (Murcia), a más de 350 km del núcleo de cría más próximo (Blanco et al., 1990).



EL HÁBITAT DEL LOBO

Originalmente, el hábitat del lobo incluye todos los hábitats del Hemisferio Norte, excepto la selva tropical y los desiertos áridos. En la actualidad hay lobos en la tundra ártica, la taiga, en llanuras y estepas, en sabanas y en todo tipo de bosques (Mech, 1970). La facultad del lobo de vivir en todos estos ecosistemas muestra su gran flexibilidad y capacidad de adaptación.

Fuller (1995) resume los factores que determinan la distribución del lobo, prosperan donde hay alimento y donde el hombre no los mata más rápido de lo que ellos se reproducen.

Los factores básicos que afectan la distribución y la densidad de los lobos

  • son el alimento

  • las barreras físicas (autovías, ríos,etc..) y socioeconómicas( ganaderia extensiva, cotos de caza)

  • la mortalidad antropógena

la proximidad y abundancia de las poblaciones fuente Las poblaciones de lobo parecen poco afectadas por las motos de nieve, los coches, las camionetas, los trabajos forestales, la minería y otras actividades humanas, excepto cuando éstas facilitan la persecución de los lobos. Los lobos son adaptables; entran de noche en ciudades o pueblos, atraviesan autopistas de 4 carriles y paisajes abiertos

El lobo ocupó toda la Península ibérica hasta el siglo XVIII (Valverde, 1971), lo que demuestra que todos nuestros ecosistemas son potencialmente aptos para la especie. El principal si no el único- factor que determinó su reducción fue la persecución humana, y la característica básica de las áreas donde quedó reducido en décadas pasadas es la inaccesibilidad, que logró impedir su exterminio. Cuando el lobo se recuperó en décadas recientes, las nuevas poblaciones se instalaron junto a las originales: el único elemento común a los nuevos hábitats ocupados por el lobo es la contigüidad o la vecindad con otras poblaciones.
Es obvio que los lobos pueden vivir en casi todos los medios, pero no todos los hábitats son igualmente favorables para la especie.

Tales áreas suelen tener:

  • densa cobertura vegetal y escasa densidad de población (unos 10 habitantes /km2);

  • densas poblaciones de corzos (Capreolus capreolus) y jabalíes (Sus scrofa), con ganado doméstico que el lobo consume sobre todo en forma de carroña;

  • a caza mayor no representa un recurso económico particularmente importante y el ganado no se maneja en régimen extensivo.

En términos generales, estas zonas óptimas se encuentran en una amplia zona castellana con vegetación de robledal (Quercus pyrenaica) que se extiende al sur de la Cordillera Cantábrica, desde el sur de Orense y Zamora hasta Burgos, incluyendo también amplias zonas de León y Palencia.

Sin embargo, los lobos viven también en zonas con más de 50 habitantes/ km2 donde apenas existen presas silvestres, dependiendo en gran medida de animales domésticos y carroña. Esto ocurre en muchas zonas del oeste de Galicia, las costumbres del lobo en estas zonas gallegas parecen muy similares a las descritas por Boitani (1982) en Italia. Igualmente sorprendente es el caso de los lobos que viven en la llanura castellana, donde crían entre los cereales, a varios kilómetros de distancia del bosquete más cercano (Barrientos, 1989; Blanco y Cortés, 1999).


FACTORES NEGATIVOS EN LA EXPANSIÓN DE LAS POBLACIONES.

El mecanismo habitual por el que se expande una población de lobos es la formación de nuevas manadas junto a otras ya existentes (Fritts y Mech 1981, Hayes 1995). El establecerse en el borde del territorio paterno permite a los dispersantes usar zonas conocidas y reduce el riesgo de dispersarse a tierras lejanas. El marcado carácter filopátrico de los lobos ha quedado reflejado en varios estudios genéticos (Lehman et al. 1992, Meier et al. 1995).

Aunque no conocemos estudios que lo confirmen, parece que las hembras tienen una mayor tendencia que los machos a instalar su territorio junto a su manada natal, como ocurre con el oso pardo (Swenson et al. 1998) y el oso negro (Rogers 1987). En el oso pardo, el sex-ratio de los dispersantes está sesgado, de forma que los machos se dispersan lejos y las hembras establecen sus nuevas áreas de campeo dentro o cerca de la de su madre. Las jóvenes hembras de oso pardo son tan filopátricas que su dispersión a zonas adyacentes donde no existen otras hembras es mínima (Swenson et al. 1998). Este modelo hace que las poblaciones reproductoras de lobos y osos se expandan como una mancha de aceite, ocupando espacios contiguos a sus anteriores áreas de distribución. Por el contrario, los machos jóvenes dispersantes pueden aparecer a decenas -o centenares- de kilómetros de distancia de la población reproductora, sin que esto signifique realmente una expansión de ésta (Blanco 1990).

Como consecuencia de la expansión en forma de mancha de aceite, la población de lobos no va a seleccionar los hábitats más favorables para su supervivencia, sino que colonizará los terrenos aledaños hasta que encuentre una barrera que frene o impida su progresión. En animales tan adaptables como el lobo, las barreras raramente impiden por completo el paso de individuos, aunque pueden frenar seriamente la expansión de las poblaciones. Arbitrariamente podemos dividir las barreras en físicas y socioeconómicas. Las primeras pueden ser naturales (un río), artificiales (una autovía) o una mezcla de ambas, como un paisaje agrícola poco apto para los lobos. Las barreras socioeconómicas están formadas por áreas donde el público no tolera la presencia del lobo por los conflictos que causa al ganado o a la caza mayor; estas últimas no se perciben a simple vista y se manifiestan sólo en una elevadísima mortalidad de los lobos. Hay que decir que las barreras socioeconómicas pueden presentarse bajo la apariencia de hábitats muy naturales. Por ejemplo, las zonas de montaña -aparentemente óptimas para los lobos- pueden constituir una barrera socioeconómica a causa de la ganadería extensiva, que sufre una predación elevada por los lobos.

Por último, es obvio que en el borde oriental de su área de distribución los lobos han sido frenados por varias barreras socioeconómicas, como las áreas ganaderas del País Vasco y las montañas de Burgos y la Rioja, donde la ganadería extensiva y la caza mayor chocan con la presencia de lobos. Es obvio que la tolerancia del hombre hacia el lobo constituye uno de los factores más importantes para explicar la distribución de este último.


EL FACTOR HUMANO

Se suele afirmar que el lobo está cambiando sus hábitos y se está acostumbrando a la presencia del hombre. Pero hay otra forma de interpretar este hecho: es el hombre quien -tras más de dos décadas de sensibilización ambiental- empieza a tolerar la presencia del lobo, aun a pesar de los perjuicios que la especie pueda originar.

La actitud del hombre hacia el lobo es tan importante para su supervivencia que se considera una variable fundamental del hábitat, al mismo nivel que la disponibilidad de alimento o de refugio. Esta constatación ha llevado a los estudiosos del lobo a acuñar el término "capacidad cultural de carga del hábitat" (Fuller 1995), que, de forma vaga, define el número de lobos que la sociedad estaría dispuesta a tolerar en un momento y lugar determinados. Está claro que con una actitud desfavorable por parte del hombre, el lobo necesitará amplios y solitarios bosques donde poder hacer frente a su persecución implacable, en tanto que una actitud tolerante le permitirá ocupar hábitats con escaso refugio forestal e incluso áreas bastante degradadas.

Debemos reconocer que la actitud del hombre hacia el lobo es la característica del "hábitat" más susceptible de ser modificada, tanto para bien como para mal. Acciones de sensibilización aumentan la capacidad cultural de carga del hábitat: los programas de Félix Rodríguez de la Fuente de los años 70, las denuncias ante la Comisión de Medio Ambiente de la U.E. por incumplimiento de las Directivas de Habitas y de Aves por parte de la Administración central y autonómica y su conocimiento al gran público por los medios de información, el pago de indemnizaciones a los ganaderos - exigencia de justicia social - aumentan la tolerancia hacia la especie y constituye una herramienta que permite a las administraciones gestionar el lobo sin complejos de culpabilidad. La propaganda de sectores anticonservación: políticos autonómicos ignorantes que reflejan el clientelismo político con sectores provinciales como ganaderos (COAG) y empresarios de cotos de caza que pretenden convertir al lobo en trofeo cinegético para sus interes económicos reducen la carga del habitat.


LA CAZA COMO INDUSTRIA CINEGÉTICA EXTENSIVA

Otra frecuente causa de conflicto es la relación entre los lobos y las especies cinegéticas, que causa una enorme controversia en áreas naturales, como ha ocurrido en los últimos años en Alaska y en Yukon (Gasaway 1992; Stephenson 1995). En España, por otra parte, no existen indicios de que los lobos limiten seriamente las poblaciones de ungulados silvestres. Esto puede ser porque los lobos se mantengan por medio de la caza por debajo de la capacidad de carga del medio, o quizás porque nunca se han realizado estudios en profundidad capaces de detectar este fenómeno. Lo cierto es que, en zonas loberas, los ungulados silvestres como el jabalí, el corzo, el ciervo y el rebeco han aumentado en número y en extensión al mismo tiempo que el lobo. Asimismo, en la provincia de Burgos, entre 1981 y 1985 se comprobó que las poblaciones de lobos y corzos aumentaron exponencialmente de forma simultánea. En Valladolid, en las últimas décadas, la expansión de los lobos y los corzos ha sido también coincidente.

No obstante, los perjuicios -reales o imaginarios- que los lobos causan al negocio de la caza mayor han llevado a las pequeñas poblaciones meridionales al borde de la extinción. En la mitad sur de España, los lobos viven en grandes fincas privadas en unas condiciones de hábitat aparentemente excelentes. Estas fincas están casi deshabitadas (unos 3 habitantes por km2) y tienen una vegetación espesa y bien conservada. Los ungulados silvestres, sobre todo los ciervos (Cervus elaphus) son muy abundantes, con densidades que oscilan entre 20 y 40 /km2, y apenas existe ganado doméstico. Tales circunstancias son, en apariencia, óptimas para el lobo. Sin embargo, las monterías de caza mayor se han hecho muy populares en los últimos años entre las clases sociales altas. Las fincas privadas se han vallado, a los venados se les aporta alimentación suplementaria y son gestionados casi como ganadería extensiva. A pesar de estar estrictamente protegidos, los lobos son perseguidos con veneno, trampas y a tiros para evitar supuestos daños a las especies de caza mayor. Dado que estas fincas son privadas, muy agrestes y aisladas, la caza furtiva es muy difícil de controlar. Es una lástima que en estas áreas casi deshabitadas, muy bien conservadas, que quizá son las más salvajes de España y del sur de Europa, el lobo esté prácticamente extinguido.

En las zonas de Sierra Morena donde los lobos son intensamente perseguidos para evitar supuestos daños a la caza mayor, el control de los lobos no está justificado desde un punto de vista ecológico. En 1988 estimamos que en estas fincas existían unos 160.000 kilos de ciervo (unos 2.000 ejemplares) por lobo. Incluso si los lobos sólo se alimentaran de ciervos, toda la población de lobos consumiría mucho menos del 1% de la biomasa de ciervos cada año (Blanco et al., 1990, 1992). Para hacernos una idea del significado de estas cifras, en Norteamérica, Mech (1970) generalizó a partir de varios estudios que los lobos empezaban a limitar a los ungulados cuando había más de 1 lobo/ 11.000 kg de biomasa-presa; Gasaway et al. (1983) especularon que los lobos provocarían el declive de los alces en Alaska con más de un lobo/ 20-30 alces (véase una discusión sobre este tema en Blanco, 1995). No obstante, a los lobos se les acusa de ejercer una gran presión sobre los muflones introducidos en muchas zonas, de expulsar a los venados de las manchas donde se refugia la manada -lo que hace impredecible el resultado de las monterías- y se teme que su presencia provoque restricciones en el uso de las fincas.

Juan López Paez


LOBOS Gris y Rojo



LOBO GRIS
Ningún animal tiene un papel tan destacado en los mitos y leyendas de los pueblos septentrionales como el lobo.
Quedan hoy dos especies de lobos. El lobo gris actualmente está restringido a unos cuantos grandes bosques del este de Europa, algunos refugios montañosos aislados en la región
mediterránea, montañas y zonas desérticas de Oriente Medio, y zonas yermas en Asia y Norteamérica. Este declive es el resultado de la persecución del hombre y de la destrucción de su hábitat.
El extremadamente raro lobo rojo se encontraba en otros tiempos en la parte sudeste de Estados Unidos, pero hoy se le considera extinto en libertad, como resultado sobre todo de una hibridación con los coyotes que se desplazaron hacía el Este.
Los lobos ingieren una amplia variedad de alimentos. En la taiga y en la tundra, las presas típicas son el alce, el ciervo y el caribú, animales que pesan hasta diez veces más que el lobo y que son cazados por las manadas. Los animales jóvenes o viejos o los más debilitados, son las víctimas más probables. Los mamíferos más pequeños como el tejón o la liebre, suelen ser presas importantes sobretodo en verano.
En ocasiones comen carroña y vegetales; incluso llegan a hurgar en cubos de basura y en los vertederos.
Para encontrar comida suficiente las manadas de lobos necesitan extensas zonas que varían entre los 100 y los 1000 Km. dependiendo sobre todo de la densidad de las presas. Las marcas olorosas y las vocalizaciones (los largos y profundos aullidos que junto con ladridos, gruñidos y gemidos, constituyen el vocabulario del lobo) ayudan a definir y a defender estos territorios.
Muchas manadas ocupan durante todo el año territorios estables en zonas boscosas. En las regiones de la tundra septentrional, las manadas suelen ser nómadas, ya que siguen las migraciones del caribú y del saiga.
El núcleo de la manada de lobos es la pareja reproductora, generalmente los lobos se aparean de por vida. Las posturas del cuerpo son parte importante del lenguaje que crea y refuerza la jerarquía de la manada. El tamaño de esta depende del volumen y de la disponibilidad de las presas. En tierra de alces hay manadas de hasta 20 individuos, pero este número desciende a siete cuando la presa principal es el ciervo. En los Abruzzos donde la mayor parte de las presas han sido exterminadas, los lobos subsisten gracias a los desechos humanos. Allí los lobos suelen desplazarse solos.
La reproducción tiene lugar a finales de invierno y nacen de cuatro a siete cachorros ciegos e inermes en una madriguera o lobera. Al cabo de un mes salen de ella para recibir comida y atenciones de sus padres y otros miembros de la manada.
Si la comida abunda estos ayudantes pueden contribuir a la crianza de los cachorros hasta que a los tres o cuatro meses ya pueden viajar con la camada.
Si el alimento escasea, las posibilidades de supervivencia de los cachorros disminuye. Algunos abandonan la manada durante la siguiente época de reproducción, mientras otros se quedan como ayudantes. Los lobos alcanzan la madurez sexual aproximadamente a los dos años.
A veces las manadas de lobos se enfrentan. En tales casos suele librarse una dura lucha con el resultado corriente de algún lobo muerto. Estos encuentros aunque raros han sido la principal causa natural de muerte en la última década en Minnesota, Estados Unidos ¿ Cómo reconocen los lobos la periferia de su territorio y por lo tanto evitan así la presencia de sus vecinos?
Las marcas de olor facilitan parte de la respuesta. Los animales dominantes orinan en objetos o en lugares determinados cada tres o cuatro minutos, mientras la manada recorre su territorio. El número de marcas olorosas en los límites del territorio es el doble que en otros lugares de este, no obstante se sabe que los lobos incrementan sus marcas de olor después de encontrar otras marcas dejadas por lobos de otras manadas.
El mayor número de marcas olorosas tanto propias como extrañas indica al lobo la periferia de su territorio, pudiendo evitar así, el adentrarse en zonas peligrosas.
Sin embargo, las marcas de olor solo informan a una manada acerca de donde estaban sus congéneres, y aproximadamente de cuando pasaron, pero no de donde se encuentran en ese momento. Las marcas de olor por si solas no impedirán un encuentro causal.
LOBO ROJO
El lobo rojo tiene un tamaño y peso intermedio entre el lobo gris y el coyote, variando entre los 15 y los 30 kg. La gestación dura entre los 60 y los 63 días y viven aproximadamente 16 años en estado salvaje y hasta 20 años en cautividad, habita llanos costeros y bosques y el pelaje es canela o leonino con reflejos grises y negros.
El lobo común es más grande que el lobo rojo, pudiendo llegar algunos machos a los 80 kg. de peso. El macho es más grande que la hembra y su pelaje que generalmente es gris o leonado, varía del blanco en la tundra, al negro, pasando por el rojo y el pardo, parte inferior pálida.
Bibliografía: Natura. Enciclopedia de los animales.


domingo, 15 de marzo de 2009

Lazos de familia


No es exactamente una historia de amor, pero casi. Los lazos de esta familia con los lobos que han criado durante años son tan estrechos, que sus miembros han sido aceptados como parte de la manada, y viceversa. Esta es la historia de Carlos y de sus hijos Blanca y Miguel, una vida consagrada a estos animales que demuestra que el lobo no siempre es el malo del cuento, sino un amigo con el que aullar a la luna llena.

Tras una estrecha convivencia de más de veinticinco años con los lobos, y atendiendo la amable sugerencia del director de Natura, quisiera aprovechar la oportunidad que me brinda esta prestigiosa revista para continuar la labor que hace ya tres décadas inició mi maestro y "Amigo Félix", colaborando en la desmitificación del "Amigo Lobo" con la divulgación de ciertas experiencias personales que, probablemente, a muchas personas les podrán parecer increíbles.

Quisiera señalar, no obstante, que no he sido el primero en vivir la apasionante experiencia de formar parte de una
Carlos con Chispa y lobeznos
 manada de lobos, ni soy el único biólogo que actualmente se dedica a estudiar, fotografiar o filmar la vida íntima de estos hermosos e inteligentes animales. Simplemente, y por mi participación en la mayor parte de los documentales sobre la naturaleza ibérica en que los lobos han tenido algún protagonismo cinematográfico, he tenido la oportunidad de convivir con casi un centenar de ejemplares a lo largo de todos estos años, habiendo criado a muchos de ellos desde sus primeros días de vida para acostumbrarlos a la presencia de las personas y de las cámaras.

||UNA MATRONA IMPROVISADA||

En ocasiones he sido privilegiado testigo del nacimiento de los lobeznos, habiendo compartido con sus progenitores los prolegómenos del parto y el impactante milagro del alumbramiento. A veces he desempañado el papel de "comadrona" y me he turnado con la loba en la crianza de los cachorros, para que éstos se acostumbraran a mi voz y a mi olor nada más nacer, y para que me reconocieran como a "papá lobo" en el momento en que abrieran sus ojos. Y durante los últimos años también mis hijos, Miguel y Blanca, me han ayudado a criar las últimas camadas lobunas, y ellos mismos se han criado jugando con los lobos.

Como protagonistas reales de "El Libro de la Selva", mis hijos han sido aceptados plenamente por las diferentes manadas de lobos ibéricos que he criado desde que ellos nacieron, y que forman parte de nuestra familia.

Animales tremendamente sociales y con un estricto orden jerárquico en cada manada, todos estos lobos me consideran como líder indiscutible (liderazgo que, no obstante, debo reafirmar continuamente, y especialmente durante la época de celo), y han adoptado a los niños como si fueran de su propio clan, respetándolos en todo momento, tratándoles con admirable delicadeza y permitiéndoles compartir, incluso, sus momentos más íntimos.

Miguel y Blanca con dos lobatos

De hecho, muy pocos niños podrán contar a sus compañeros de clase que han estado aullando con una manada de lobos en noches de luna llena, que juegan habitualmente con un grupo de hasta siete ejemplares con plena confianza en ellos, o que han penetrado en el interior de una lobera y han acariciado suavemente a unos lobeznos que están siendo amamantados por su madre, con la increíble complacencia de ésta... y que incluso ha llegado a despegarlos literalmente de sus pezones. Obviamente, unos lobeznos como éstos, que entran en contacto con las personas nada más nacer, y que son bien alimentados y cuidados afectuosamente por sus "padres adoptivos" (a los que ellos han visto desde el primer momento en que han abierto los ojos), los reconocen y aceptan como si fueran de su propia familia. Estos lobos, "troquelados" mediante un proceso de impregnación psíquica que los etólogos llaman "imprinting", permiten integrarse en sus clanes a las personas que los han criado, respetándolas como investidas del máximo rango jerárquico, como miembros dominantes de la manada. Tal vez lleguen a pensar que los humanos son un poco lobos, o que ellos mismos son un poco personas, pero en cualquier caso se crea una maravillosa relación de complicidad que rompe muchos tópicos sobre el mítico depredador.

Personalmente debo decir que los lobos me han permitido compartir con ellos muchos de los momentos más felices e inolvidables de mi vida, algunos de gran intimidad, y, frecuentemente, en compañía de mis seres más queridos.

Aunque también debo reconocer que en ocasiones he sentido profundamente la pérdida de algunos ejemplares con los que me había encariñado de forma especial. En el transcurso de estos años he sido testigo de una larga serie de situaciones, y he tenido el privilegio de experimentar personalmente aquel proceso de confluencia y aproximación entre el lobo y el hombre que, con seguridad, tuvo lugar en algún momento del Paleolítico, cuando nuestros antepasados firmaron un pacto de convivencia con los ancestros de los cánidos domésticos; cuando el Homo sapiensconsiguió criar y mantener a la primera camada de Canis lupus junto al fuego de sus cavernas, y tras varias generaciones de convivencia en pacífica armonía y mutua colaboración se dio cuenta de que tenía a su vera un gran aliado para la caza y un fiel compañero, el Canis familiaris, "el mejor amigo del hombre".

||BAILANDO CON LOBOS||

Con los lobos que he podido criar he trepado por riscos y montañas, me he bañado en arroyos y embalses, he 
Carlos Sanz jugando con los lobos
retozado en la hierba y en la nieve, he participado en sus cacerías, he intervenido en sus enfrentamientos jerárquicos (interponiéndome a veces con cierta insensatez entre los enfurecidos rivales), he descansado con ellos junto al fuego, he dormido en el interior de sus parideras, he sido testigo de sus amoríos y de sus nacimientos, he disfrutado de sus juegos infantiles,... y he "bailado con lobos", literalmente.

Aunque sin duda los momentos más emocionantes y ensoñadores que he compartido con ellos,y en los que me he sentido ciertamente como un auténtico "hombre-lobo", han tenido lugar en noches estrelladas. Cuando me han permitido participar, como uno más de la manada, en ese exclusivo y estremecedor coro de aullidos que, en determinadas circunstancias, lanzan al cielo para comunicarse acústicamente con otros congéneres. Un canto melancólico y profundo que, probablemente, constituya la más hermosa composición musical que puede escucharse en la naturaleza. Y, francamente, me considero un humano muy afortunado al poder aullar con los lobos con cierta frecuencia en una especie de rito mágico y casi sobrenatural que, a veces, está presidido por la luna llena o por la luna nueva, y que en la inolvidable velada del 31 de marzo de 1997 tuvo como excepcional testigo estelas al cometa Hale Bopp.

Los lobos, por otra parte, y en contra de lo que muchas veces se dice sobre ellos, no matan jamás por el "placer de matar", y únicamente lo hacen para defender su territorio, su integridad física o la de su familia, o bien para comer. Y aunque su instinto cazador siempre va en su sangre, si están bien alimentados y se les acostumbra desde pequeños, me han demostrado en diversas ocasiones que pueden convivir perfectamente, en pacífica armonía, con otros animales teóricamente incompatibles e irreconciliables, como jabalíes y perros mastines.

||UNA FAMA INJUSTIFICADA||

Carlos con INTI

Al narrar estos atípicos acontecimientos, que pueden resultar un tanto asombrosos para algunas personas, no pretendo en absoluto animar a nadie a que críe lobos. Pues éstos donde deben estar es en libertad, desempeñando el importante papel que les corresponde en el equilibrio biológico de los ecosistemas naturales. Pero ya que por motivos profesionales he tenido la oportunidad de estudiar el comportamiento de estos animales en condiciones de semilibertad, y poco a poco me han permitido a mí y a mi familia integrarnos dentro de su compleja y jerarquizada comunidad, quisiera aprovechar nuestra extraordinaria y poco común experiencia para romper de una vez por todas el falso mito del "lobo feroz", del devorador de personas, de la sanguinaria alimaña que mata por el simple placer de matar... pues a pesar de su fuerza y tamaño, el lobo muy rara vez atacará a las personas, y tan sólo lo hará en circunstancias excepcionales. Y desde luego es absurdo, injustificado e irracional el miedo atávico que a este animal se le tiene en ciertas zonas rurales de nuestra geografía, en donde con sólo nombrarlo se les ponen "los pelos de punta" a muchos campesinos temerosos y mal informados, acostumbrados a escuchar desde niños historias terribles y truculentas sobre estos cánidos, casi siempre carentes de fundamento.

Otra cosa es el temor real e instintivo que sí deben tener los ganados ante la presencia de este gran cazador. Pues cuando las presas silvestres no existen o escasean, los lobos no dudan en atacar a las ovejas, cabras, potros o terneros para alimentarse con su carne y poder subsistir. Ignorantes de que estas presas "torpes y facilonas" son mimadas especialmente por el cazador humano, y de que éste las considera "suyas" desde que se hizo sedentario, allá por el Neolítico, los lobos han atacado frecuentemente los intereses ganaderos del hombre, e indefectiblemente han obtenido la misma respuesta: una lucha sin cuartel, una especie de "guerra santa" que todavía hoy perdura, y cuyo último objetivo ha sido históricamente la completa extinción de la especie por todos los medios posibles. Objetivo que alcanzaron plenamente en la mayor parte de los países "civilizados" de Europa occidental en los últimos tiempos, pero que afortunadamente para nuestros lobos ibéricos no consiguieron todas las artimañas empleadas secularmente contra ellos en España y Portugal.

||MEDIDAS DE CONSERVACIÓN||

Ya que han conseguido sobrevivir hasta nuestros días "contra viento y marea" y puesto que, afortunadamente, la 
Lobo en el agua
cultura conservacionista en nuestro país ha evolucionado muy positivamente en los últimos años, aún estamos a tiempo de adoptar todas las medidas que se consideren necesarias para garantizar que nuestros lobos no desaparezcan jamás. Y para ello se hace imprescindible lograr un consenso amplio y coordinado entre todos los colectivos interesados de una u otra forma en el lobo: administraciones central y autonómicas, investigadores, ecologistas, cazadores, ganaderos y medios de comunicación, principalmente.

Ciertamente, el lobo es uno de los pocos competidores que el hombre tiene en la naturaleza, y en ocasiones puede afectar seriamente a sus intereses económicos, aunque sea "de forma involuntaria". Y en tales circunstancias los daños causados deben resarcirse con prontitud y generosidad a los ganaderos afectados, por parte de las administraciones competentes en materia medioambiental, pues las modestas economías rurales no tienen por qué pagar los costes de conservación de una especie que es patrimonio natural e irrenunciable de todos. Los ganaderos, por su parte, deben hacer todo lo posible para proteger sus ganados de los posibles ataques de los lobos, cuidándolos durante el día con pastores y guardándolos por la noche en cercados o apriscos adecuados. Y en cualquier caso deben asumir que su ganado es un bien valioso, del que no pueden despreocupares dejándolo pastar libremente en el monte sin ninguna protección, y es conveniente que lo aseguren ante la eventualidad de cualquier percance, incluido un posible ataque de lobos o de perros asilvestrados.

||RESPETAR LAS REGLAS||

Precisamente son la prevención y la compensación las líneas generales en las que debe fundamentarse la necesaria coexistencia entre el lobo y el ganado. Por otra parte, y dado que el lobo está considerado como especie protegida en algunas comunidades autónomas, y como especie cinegética en otras, la Estrategia anteriormente aludida debe coordinar su gestión de la mejor manera posible, convirtiéndose en un documento marco de referencia para todas ellas.

Investigadores y ecologistas deben aunar esfuerzos y trabajar conjuntamente en favor del lobo y de su conservación, evitando estériles enfrentamientos y facilitando toda la información disponible a los organismos e instituciones competentes, que deben arbitrar las medidas necesarias para garantizar la supervivencia de la especie.

Miguel y Blanca con lobos y lobeznos

Los cazadores, por su parte, deben respetar escrupulosamente las "reglas del juego" en aquellos casos en que se autorice legalmente la caza del lobo, y pueden desempeñar una eficaz colaboración con las administraciones cuando se estime conveniente el control de determinadas poblaciones lobunas.

No obstante, y personalmente, estimo que la muerte de un lobo por un cazador sólo debe justificarse en aras de un control (limitado y expresamente autorizado) para evitar daños de consideración en la ganadería de un determinado territorio.

Finalmente, creo que los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad en la educación ambiental de nuestra sociedad y que las informaciones que difunden pueden influir considerablemente tanto en el público de los mismos como en las personas que tienen en su mano la adopción de medidas de conservación. Considero que el lobo ibérico precisa urgentemente la colaboración de estos medios apoyando las campañas de divulgación iniciadas desde la administración y desde diversas ongs y grupos ecologistas que trabajan desde hace años en la defensa de la especie.

Por mi parte, y modestamente, intento contribuir con este trabajo a desmitificar la falsa imagen del lobo como ser diabólico y como sanguinario devorador de personas, y quisiera reivindicar su importantísimo papel como superpredador en el equilibrio biológico de los ecosistemas naturales. Reclamo desde estas líneas la aceptación y la comprensión que precisa para sobrevivir, y no sólo por parte de la población urbana, sino también, y especialmente, de la población rural que habita en las zonas loberas.

Carlos Sanz - "Natura"


El auténtico jefe de la manada



Tras más de 30 años investigando a los lobos, Werner Freund se siente un verdadero experto en el comportamiento de estos depredadores. “De hecho, creo que me he convertido en uno de ellos”, afirma. No en vano, convive día y noche con decenas de ejemplares europeos, árticos, siberianos e indios.

En la actualidad, 21 de estos cánidos corretean por su Parque de lobos de Merzig, en Alemania, una instalación de 4,5 hectáreas en la que viven en un régimen de se milibertad, eso sí, atentamente observados por Freund. Los animales están tan acostumbrados a su presencia que no sólo lo han admitido en su manada, sino que incluso le consideran el macho alfa, esto es, su líder. Freund, que durante las décadas de los años 60 y 70 se dedicó a guiar expediciones por los rincones más apartados

de Nueva Guinea, África y Suramérica, calcula que desde 1977 ha tenido la suerte de “criar” a unos 70 lobos.


www.wolfspark-wernerfreund.de




miércoles, 11 de marzo de 2009

Lobos y Leones Marinos




Avistamiento de lobos y leones marinos
En Uruguay sobre la margen del Océano Atlántico se encuentran varias islas, como las Islas de la Coronilla, Isla de Castillo Grande, Isla de Torres, en el departamento de Rocha y Isla de Lobos, en el departamento de Maldonado.
Allí habitan unas de las más importantes colonias de lobos marinos del mundo, y dentro de los lobos marinos dos especies el lobo fino o de dos pelos - Arctocephalus australis - y el león marino o de un pelo - Otaria flavescens -.
Lobo fino - Arctocephalus australis -.
El lobo fino de América del Sur es de color gris, con algo de plateado o rojizo en su dorso y gris naranjo en su vientre. El pelo externo es de dos colores, cuzco o rojizo con gris, su felpa interna es de color marrón oscura en la base y más clara en los extremos.
Las pequeñas crías desde el nacimiento son todas negras hasta la primera muda de su pelo, luego adquieren color gris claro.
El hocico de los lobos marinos es puntiagudo y presentan un marcado dimorfismo sexual, los machos en el cuello tienen el pelo más largo y abundante, son de mayor tamaño que las hembras, miden 1, 90 metros y pesan 160 Kg., más que las hembras, que llegan a medir 1, 50 metros y pesar 50 Kg.
Esta especie se encuentra sobre la costa atlántica, desde San Pablo - Brasil, hasta el extremo sur del continente americano; y sobre la costa pacífica, desde el extremo sur al norte hasta Perú.
Nuestra colonia de lobos Marinos.
La colonia de lobos finos de Uruguay no es migratoria, permanece y se reproduce en estas tierras durante todo el año.
Durante el invierno se ha observado que grupos de 20 lobos viajan unas 60 y hasta 100 millas al este de las Isla de Lobos. Mientras que los lobos finos machos jóvenes, de 6 meses de edad viajan hacia la costa y se internan tierra adentro ciento de metros.
En el verano algunos territorios son ocupados por grupos reproductores, que se integran de forma compleja; y el resto del año dichos territorios son ocupados por variada población de lobos.
El área en que se alimentan los lobos finos es sobre la plataforma del continente en áreas lejanas y aguas profundas, se alimentan de peces, cefalópodos, crustáceos, lamelibranquios y caracoles marinos.
En 1953 habían 26. 444 lobos, los cachorros eran unos 9. 149 y los adultos 17. 295 en la Isla de Lobos; luego y hasta hoy las crías aumentaron, en 1981 los cachorros eran 14. 815. Si comparamos cifras el aumento fue del 99 % y en 1993 los investigadores contaron 22. 000 cachorros.
Lobo común o León marino - Otaria flavescens -.
El nombre "león marino" proviene de su grueso cuello y melena en la cabeza del macho; en su parte anterior tienen importante grasa subcutánea, con capas de músculos espesas y la espalda muy bien desarrollada. Son de color marrón amarillento, con hocico grande y chato, sus crías desde el nacimiento hasta el primer mes de edad tienen su pelo de color negro.
Los machos pesan entre 300 y 350 Kg. y miden 2, 60 metros, mientras que las hembras pesan 150 Kg. y miden 2 metros de largo.
La hembra con la mitad de peso que el macho y un poco menor longitud, posee también cabeza más pequeña, mientras que los machos jóvenes si bien se parecen a las hembras y antes que les crezca la melena, ya tienen su cabeza que los diferencia de su otro sexo. La hembras jóvenes son las más livianas y su apariencia es parecida a la de los cachorros.
Las crías o cachorros en su pelo y tamaño son parecidos a las hembras, aunque sus cabezas son más grandes que el resto de sus cuerpos.
Los leones marinos de América del Sur habitan las costas del océano Atlántico desde Río de Janeiro - Brasil, hasta el extremo sur del continente americano, y en la costa del Pacífico desde el extremo sur hasta Zorritos - Perú y las Islas Galápagos.

Nuestras colonias de Leones Marinos.
Los leones marinos no migran todos, solo los machos de la costa o de las islas que se van al mar por algún tiempo cuando finaliza el período de cría; algunas veces también machos y hembras se mueven en grupos y en ciertas direcciones, navegando aguas dulces del Río de la Plata, e internándose por el río Uruguay; incluso se les han visto algunos en la Isla de Las Pipas en la boca del Río de la Plata.

Se alimentan en aguas con poca profundidad a menos de 5 millas de la costa y cerca de donde se encuentran sus crías; comen peces, crustáceos, moluscos como pulpos, calamares y a veces solo nadan dentro de los bancos de peces.
En 1953 se registraron 7. 159 crías en todas las islas del Uruguay, en 1956 se registraron 9. 116 y números similares en 1973/5, mientras que en 1993 los investigadores solo pudieron registrar 1. 500 crías.
Los lobos y leones marinos conviven pacíficamente.
Los mismos cohabitan de forma pacífica dado que no se alimentan en los mismos lugares en el área terrestre y ni en el área marina.
Las áreas rocosas escarpadas son ocupadas en su mayoría por los lobos finos, lugar que se reproducen y se colocan a orillas en charcos y en la arena, los grupos de las crías se ubican en lugares de acuerdo a sus limitaciones y capacidades de los cachorros.
Mientras que el león marino posee mayor tolerancia a las temperaturas por su estructura física, echándose arena sobre el cuerpo, o haciendo pozos en el suelo arenoso para que su cuerpo baje de temperatura.
Otra diferencia que posibilita la convivencia de estas dos especies, son los diferentes ciclos de reproducción que no se superponen, cuando finaliza el período de cría del lobo fino, comienza el período de cría del león marino; incluso algunos grupos de leones se instalan en donde estaban los lobos antes, para ya entrado el invierno ambas especies conviven en armonía.
Las crías de ambas especies por lo general se encuentran al noreste de las colonias de los lobos y de la colonia de los leones marinos.
Por su preservación ...
Existen 15 especies de lobos marinos que han sido explotadas hasta casi hasta extinción, luego las matanzas se redujeron y en la actualidad casi todos los países cesaron y prohibieron la matanza, inclusive en Uruguay; con excepción de algunas partes del mundo, donde es el sustento de poblaciones indígenas.
Algunas recomendaciones para la observación de lobos y leones marinos:
- Es muy importante no acercase a corta distancia, no tocarlos, especialmente en la época de reproducción, ya que esto podía ser perjudicial tanto para los lobos y leones, como para la seguridad de usted.
- Si desea visitar algunas de las islas habilitadas donde habitan los lobos y leones, infórmese en los centros de información turística o guías turísticos de nuestro país.
- Otra manera no invasiva de realizar la observación de lobos y leones puede ser de forma embarcada y a distancia prudente.
- Desde tierra firme también puede observar estos lobos y leones marinos, ya que los mismos van a playas cercanas de sus colonias, como Cabo Polonio.
Lugares en que se encuentran las colonias de lobos y leones marinos del Uruguay.
Isla de Lobos - Dpto. de Maldonado. Isla de Torres - Dpto. de Rocha.


VIDEO

ENTER-TAB1-CONTENT-HERE

RECENT POSTS

ENTER-TAB2-CONTENT-HERE

POPULAR POSTS

ENTER-TAB3-CONTENT-HERE
 

Lobo Astur TEMP Copyright © 2010 LKart Theme is Designed by Lasantha