sábado, 29 de agosto de 2009

¿Porqué la homosexualidad en el ser humano?


L.dlC. Lobo Astur
Como sabéis, soy un gran conocedor de ese animal llamado lobo, tremendas las injusticias que el ser humano ha cometido y sigue cometiendo a este noble y bello animal, ¿es posible que estemos cometiendo otra tremenda injusticia por el desconocimiento de la homosexualidad?
En  este blog, los autores intentamos transmitir nuestras reflexiones a través de este medio, siempre queremos contagiar a los seguidores y visitantes, de empatía, tolerancia y respeto, hacia todo el contenido de este bello planeta llamado Tierra. Hablamos de Medio Ambiente, Flora, Fauna, y como no, de esta conocida y gran desconocida especie humana (nos queda tanto por descubrir de nosotros mismos…).
¿Por qué esta entrada?
Últimamente, está en boca de todos el tema de la homosexualidad, con opiniones de todo tipo, unos detractores, otros tolerantes, quienes la defienden como una realidad natural, y si me lo permitís yo un gran desconocedor del tema, con una educación correspondiente a mi  generación preparándome para entender tantas cosas que ocurren hoy.
Pincha en al Mapa, para ampliar
Tenemos mucha información sobre el tema, pero como por desgracia, nos cuesta leer, nos cansa y rechazamos la lectura, hemos buscado imágenes que nos ayuden a comprender el tema, y alguien que goza de nuestro respeto en sus entrevistas es Eduar Punset, hemos seleccionado estos vídeos del programa REDES emitido por TVE, con la intención de que nos ayuden a comprender y a reflexionar sobre el tema.

Eduardo Punset Casals (Barcelona, 1936) es abogado, economista y comunicador científico. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Madrid y máster en Ciencias Económicas por la Universidad de Londres. Ha sido redactor económico de la BBC, director económico de la edición para América Latina del semanario The Economist y economista del Fondo Monetario Internacional en los Estados Unidos y en Haití.







martes, 25 de agosto de 2009

Yolande Mukagasana -Entrevista a una Ruandesa



Enfermera y Escritora Superviviente del Genocidio Ruandés.
Las Heridas del silencio



entrevista: Fatoumata Sidibé

Yolande Mukagasana nació en Ruanda en 1954. Fue enfermera-anestesista durante diecinueve años en un centro sanitario de Kigali, y posteriormente jefe de enfermeras en otro centro que ayudó a crear, en la misma capital ruandesa, hasta que empezó el genocidio de 1994.
Víctima de las masacres que arrasaron el país, sobrevivió al genocidio, pero perdió a sus tres hijos y a su marido, así como a su hermano y hermanas.
Refugiada en Bélgica, obtuvo la residencia en 1999. Además de ocuparse de una veintena de huérfanos ruandeses, Mukagasana ha escrito varios libros, tanto autobiográficos (La mort ne veut pas de moi, París: Fixot, 1997; N'aie pas peur de savoir - Rwanda: une rescapée tutsi raconte, París: J'ai lu, 1999; Les Blessures du silence. Témoignages du génocide au Rwanda, Actes Sud, 2001), como cuentos (De bouche à oreille, París: Editions Menaibuc, 2003. 2 vol.).
-"Nyamirambo Point d'appui" es el nombre de la asociación que has fundado y que presides. ¿Qué significa Nyamirambo?
Es el nombre del barrio de Kigali donde vivía. Fue allí donde conocí el amor junto a mi marido y mis hijos, y la amistad con mis vecinos. También fue allí donde conocí el horror y asistí a la transformación, de la noche a la mañana, de mis vecinos en asesinos, algo que nunca había imaginado que pudiera suceder.
Trabajaba como enfermera en un centro de salud, atendiendo a todo el mundo. Fueron estas personas quienes asesinaron a mis hijos y los arrojaron a la fosa común. A pesar de todo, encontré mi punto de apoyo para reconstruirme, para continuar amando tras padecer el odio, tras perderlo todo. Me recuperaré ante la fosa común donde yacen mis hijos. Es en Nyamirambo donde encontré otra vez el amor para compartir con otros niños, en particular esos niños africanos olvidados y marginados.

Creamos la asociación en 1999 siendo tres personas: una huérfana que más tarde se retiró del proyecto, el fotógrafo belga Alain Kazinierakis y yo. Soy la única africana de la asociación, pero el resto estuvo de acuerdo con el nombre. Soy africana hasta la médula, y es por esto que no puedo recuperarme sin reconocerlo. Me gustaría que todos los africanos también lo reconocieran. Que conozcan lo que me ha ocurrido sin por ello tener enemigos en el país. En mi trabajo, la gente venía de todos lados. A quienes ayudé, a quienes les salvé los hijos, mataron a los míos. Hoy en día lo lamentan, lo sé porque me lo han dicho. Es a partir de aquí que debemos reconstruir otra África.
-Después del genocidio, ¿cuándo fue la primera vez que regresaste a Ruanda?
Seis meses más tarde. En febrero de 1995 pude salir de allí, y en diciembre de ese mismo año regresé. Era una refugiada y no podía entrar, pero logré una autorización. Sin África, estoy muerta. Mis recursos están en el continente. Tengo que regresar varias veces al año, únicamente allí encuentro la vida, y si no reconstruimos en base a ésta, no hay nada que hacer. Para mí, África lo es todo. Veo y comparto los sufrimientos de la mujer africana.
-¿Cómo supiste dónde estaban enterrados tus hijos?
Tras su desaparición, intenté averiguar si todavía tenía familia. Encontré a mi sobrina, con su tía y su primo, en un campo de refugiados. Necesitaba saber que todavía había algo de mi sangre en vida. Me las llevé conmigo y fue mi sobrina, que había permanecido con mis hijos hasta la muerte, quien me contó lo que no vi: cómo fueron asesinados mis hijos.
Actualmente es ella quien se ocupa de los huérfanos que pudimos acoger tras el genocidio. Esto le ayuda a recuperarse, ya que es como si le hubiera renovado mi confianza. Temía que yo pensara que había sido cómplice del asesinato. Antes de salir de Ruanda, regresé para hablar ante la tumba de mis hijos y asegurarles de que haré todo lo posible para que se cumpla la justicia. He podido reconstruir una pequeña casa en mi terreno de Nyamirambo, ya que mi casa fue completamente arrasada. No les bastaba con destruir a los tutsis, sino que necesitaban acabar con todo lo que les recordase a nosotros. Es la lógica del genocidio.
-¿Sabes quiénes fueron los asesinos de tus hijos?
¿Los asesinos de mi marido y de mis hijos? Sí, fueron los vecinos, los amigos. Entre ellos, un hombre al que prácticamente crié. Nunca imaginé que ese chico podía hacer daño, ya que siempre lo había considerado como un hijo. Hoy en día tiene miedo de encontrarme, ya que sabe que lo que hizo es irreparable. Al escuchar sus testigos queda claro que no puedes permanecer igual tras matar a un ser humano.


¿Te ves con ánimos de hablar con ellos?
He llorado junto a los supervivientes. También era necesario que viera a los asesinos para entender, para recuperarme, para renovar el vínculo social en este país destrozado. Pude ver sus heridas y creo que es inútil que sus hijos sufran por lo que hicieron sus padres. En base a esto debemos reconstruir una África donde la gente viva como hermanos.
Lo que es triste es que los africanos que defienden esta postura son una minoría. Incluso si lo entienden, pueden moverse por el oportunismo y matar a sus hermanos. Creo sinceramente que si no podemos sobrepasar esto, África no tiene solución.
¿Crees que es importante que víctimas y verdugos se reencuentren para reconstituir los vínculos sociales?
Si sobreviví en 1994 cuando una gran parte de Ruanda me odiaba, cuando anunciaron mi muerte en la radio, es por una misión concreta: soy una de esas abejas que reconstruyen África. Quizá me equivoque, pero estoy convencida que puedo aportar mi grano de arena, y asumo mi legado del genocidio. Y no me refiero únicamente a Ruanda, pues cuando veo lo que sucede en la Costa de Marfil, cuando veo el odio entre ruandeses en el Congo, me digo que los africanos no han comprendido nada y que es nuestro deber contribuir a que cambie la situación. Es uniendo esfuerzos que podemos conseguirlo.
-¿Has acogido a huérfanos del genocidio?
Sí, tengo a veintiún niños. Diecisiete de ellos están en Kigali, de los cuales cuatro ya han terminado sus estudios, trabajan y hacen su vida de adultos. Otros cuatro los he adoptado oficialmente y están conmigo en Bélgica. Tres de éstos son los huérfanos de mi hermano pequeño, y de la cuarta desconozco quiénes eran sus padres. La llevé conmigo para poderla curar, ya que por un corte de machete le falta un ojo y no tenía mandíbula. He conseguido que le coloquen un ojo de cristal y que recompongan su cara. Psicológicamente lo lleva muy bien.
Para los otros trece, es duro, ya que no tengo muchos recursos, pero compartimos lo que tenemos. Mis niños han entendido que no les niego nada, y esto es lo esencial. Todos los viernes, jugamos y encontramos un pretexto para olvidarnos de las preocupaciones. Todo lo que gano lo comparto con ellos. No tengo nada, pero lo tengo todo. No me hice cargo de estos niños por caridad, sino porque sin ellos no hubiera sido capaz de continuar viviendo. Necesitaba dar todo el amor que sentía por mis hijos. Ni uno solo no está escolarizado.
Me ayudan a recuperarme. Lo que les doy no tiene nada que ver con lo que me aportan. Me hacen vivir. Soy incapaz de vivir sin amar, dar y compartir. Me lo han dado todo. Es por esto que cuando me piden qué es lo que pueden dar, les contesto: "Dad lo que yo os doy, con esto me basta". Dar no es fácil, significa abrir la mano y el corazón.

Lobo Astur
El 7 de abril de 2009, el Premio Nobel de Literatura Dario Fo, recibió en su casa de Milán a Yolande Mukagasana y Pierantonio Costa, candidatos Premio Nobel de la Paz 2010. Durante la reunión, el Maestro, les mostró numerosas pinturas que a través de la historia han reflejado la "matanza de los inocentes".
Dario Fo, donó dos de sus obras, a la causa del reconocimiento internacional del genocidio de tutsis y de las matanzas de hutus moderados en Ruanda en 1994
-¿Qué sentido tiene tu lucha?
-Lo único que quiero es que allí donde mi marido y mis hijos estén, sepan que continúo viviendo con una misión. Lucho por los niños y las madres africanas. Las lágrimas que me caen cada día deberían bastar para que ninguna otra africana llore. Los que hemos sobrevivido nos negamos a aceptar que nuestros muertos desaparezcan. Es por esto que es necesario hablar sobre ello, hacerlos vivir. Sería triste dejar que también los arrancaran de nuestra memoria. Es éste el papel de la memoria. Hacer pervivir el mayor tiempo posible las víctimas para proteger a nuestras generaciones futuras. Y me irritan los africanos que no han entendido nada.
Estas personas no murieron porque sí. Me pueden matar, pero mis actos y mis libros continuarán. Las nuevas generaciones tendrán referentes. Intento abonar el terreno con el que se podrá continuar reconstruyendo. A la verdad no se la mata. No tengo miedo a morir, sino a no decir toda la verdad y a no obrar con dignidad ante los

africanos.
Nuestra asociación existe. Damos lo que tenemos, que no es gran cosa. Apoyamos a las asociaciones de viudas y huérfanos de Ruanda. Tenemos una exposición fotográfica sobre el genocidio que circula por el mundo, especialmente en Europa y en algunas partes de África. Colaboramos con todos aquellos que quieren apoyar a África y con los que compartimos unos valores fundamentales.
En ocasiones, escucho a los europeos hablar de África como si el continente estuviera mejor sin los africanos. Desgraciadamente, visto los problemas con los que se enfrenta África, muchas mujeres y chicas sueñan venir a Europa sin conocer nada de ella. Lo que me entristece es que nosotros, los africanos que vivimos en Europa, no decimos toda la verdad sobre Europa y, en este sentido, tenemos una gran responsabilidad. Hasta cierto punto sacrificamos nuestra dignidad para quedarnos. Pero no puedo sacrificar la mía.



jueves, 20 de agosto de 2009

MOUSSA AG ASSARID - Entrevista a un Tuareg



TU TIENES EL RELOJ, YO TENGO EL TIEMPO
Entrevista realizada por Vicyor-M Amela
MOUSSA AG ASSARID
No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles... (nota: alrededor de 1975)
Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali. He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre. Hoy estudio Gestión en la Universidad Montpellier. Estoy soltero. Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo.
- ¡Qué turbante tan hermoso...!
Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.
- Es de un azul bellísimo...
A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados...

- ¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?
Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.
- ¿Por qué?.
Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.

- ¿Quiénes son los tuareg?.
Tuareg significa "abandonados", porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso: "Señores del Desierto", nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.
- ¿Cuántos son?.
Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece... "¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!", denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.
- ¿A qué se dedican?
Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio...
- ¿De verdad tan silencioso es el desierto?.
Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.
- ¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?.
Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba... Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!.
- ¿Sí? No parece muy estimulante. ..
Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.
- Saber eso es valioso, sin duda...
Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!.
- Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?.
Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!.
- ¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?.
Vi correr a la gente por el aeropuerto... ¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...
- Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja...
Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté.... Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí ganas de llorar.
- Qué abundancia, qué derroche, ¿no?.
¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso...
- ¿Tanto como eso?.
Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos enfermos... Yo tendría unos doce años, y mi madre murió... ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a contarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.
- ¿Qué pasó con su familia?.
Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa... Entendí: mi madre estaba ayudándome...
- ¿De dónde salió esa pasión por la escuela?.
De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo...
- Y lo logró.
Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.
- ¡Un tuareg en la universidad. ..!.
Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.


- Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?.
Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!.
- Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.
Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde...
- Fascinante, desde luego...

Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor... La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor...
- Qué paz...
Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.


sábado, 15 de agosto de 2009

Sexo y mas Sexo "Video"



Se dedica, básicamente, al sexo, como lo podrás ver en el video que acompaña a esta entrada. Está todo el día dándole al sexo o masturbándose, y dicen que genéticamente, es el más cercano al hombre, ¿por qué será?
Es uno de los pocos animales que tienen sexo recreacional, compartiendo esta característica con los delfines y los seres humanos.
Los humanos y los bonobos son las únicas dos especies de primates, que han desarrollado los placeres fisiológicos del sexo como parte de intercambio social diario. Cualquier miembro del grupo, sin importar edad o género puede tener contacto sexual con otro. Sin embargo, a diferencia de los seres humanos, los bonobos no tienen ningún tabú cultural, por lo tanto cuando tienen un conflicto, lo resuelven practicando el sexo.
Los individuos en cautividad tienen sexo con mucha más frecuencia, sin embargo esta frecuencia elevada no se refleja cuando están en estado salvaje, los investigadores lo atribuyen al aburrimiento que padecen cuando están en cautiverio.







miércoles, 12 de agosto de 2009

Paca y Tola, Último mes juntas



V. DÍAZ PEÑAS - Santo Adriano / Proaza.

Cientos de turistas colapsan la Senda del Oso para conocer a las hermanas, que apuran su último mes juntas

La Senda del Oso sufrió ayer un auténtico colapso de turistas. Y así parece que va a ser todo agosto. Nadie quiere perderse la foto con «Paca», «Tola» y «Furaco» en los valles del Trubia. Mucho menos, los cientos de turistas que pasan estos días por los concejos de Santo Adriano, Proaza, Teverga y Quirós. Más allá del patrimonio cultural, etnográfico y natural que atesora la comarca, el verdadero motor de atracción turística es el cercado.

«Paca» y «Tola» se han convertido en las auténticas reinas del verano asturiano. Ayer no fue para menos, pese a la lluvia. Familias, grupos y parejas disfrutan con las osas más famosas de Asturias que apuran sus últimos días juntas en el cercado. En septiembre, se separarán.

Con todo, los hosteleros y empresarios turísticos de la zona están encantados con lo que describen como un goteo constante de gente que, afirman, ha aumentado de manera considerable desde que comenzó el mes de agosto. Eso sí, el mayor número de visitas no hace que los ingresos sean mucho mayores. «Hay más gente, sobre todo, de unos días para acá. Aún así, el gasto es contenido y no aumenta», comentan en el mesón «Paca y Tola», situado en las proximidades del cercado osero.

Los turistas que llegan a los valles del Trubia, lo hacen prácticamente de todos los puntos de España. Madrileños, catalanes, vascos, andaluces, castellanos y leoneses se mezclan con visitantes asturianos y con extranjeros. El número de personas que han pasado por el cercado en lo que va de verano, difícil de contabilizar, supera con creces las 20.000 personas. Como apuntan desde la Fundación Oso de Asturias (FOA), cada día visitan el recinto y la Casa del Oso cientos de personas. Hasta tal punto que incluso hay jornadas que se ven desbordados. Por poner un ejemplo, hay veces que el tramo de senda que circula junto al cercado se satura y los cicloturistas tienen que bajarse de la bicicleta y detener su marcha.

El repunte de visitantes que está experimentando la zona tiene su raíz en el proceso de reproducción de las únicas ejemplares de oso pardo cantábrico que viven en cautividad. Como señalan desde la FOA, la gran difusión que ha tenido la unión de las osas con «Furaco» ha repercutido en un mayor número de visitantes. Además, se está llegando a más gente con un mensaje de concienciación sobre la importancia de mantener viva una especie que está en peligro de extinción, afirman en la fundación.

Sólo hay que darse un paseo por el cercado y ver las caras de alegría de los niños que, al fin y al cabo, son los que en el futuro tendrán que cuidar al oso pardo. Y mientras el número de visitantes no deja de crecer -todavía queda el mes de agosto-, «Paca», «Tola» y «Furaco» continúan su romance ajenos a la expectación que generan.

La relación entre las hermanas se está recuperando después de que fuese alterada por el período de celo. «Tola» está dejando algo apartado a «Furaco», después de mantener varias montas, y vuelve a hacer buenas migas con su hermana. Dentro de un mes, las osas se separarán para pasar el otoño y el invierno. Será una época clave, ya que será cuando se conozca si «Tola» será madre. Si hay descendencia, la visita al cercado de los valles del Trubia será casi tan obligada como ir a Covadonga.

Ver También Oso Pardo Asturias

Fuente Ine


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