La primavera ha llegado al jardín más bello del mundo En Keukenhof (Holanda), que abre sus puertas el 19 de marzo, se muestran seis millones de flores. Al margen de calendarios, no puede decirse que la primavera ha llegado a Europa hasta que Keukenhof abre sus puertas. Este año lo hace el 19 de marzo, y estará abierto sólo hasta el 21 de mayo. Apenas dos meses para visitar este paraíso considerado por los expertos como el jardín más bello del mundo. Este gigantesco jardín holandés de 32 hectáreas muestra más de seis millones de flores, especialmente tulipanes en todas su variedades --se calcula que hay más de 5.000 diferentes--, pero también narcisos, jacintos y otras flores de bulbo en un paisaje fascinante, en el que se intercalan árboles centenarios, lagos, arbustos, plantas perennes y grandes extensiones de césped. Tampoco faltan las estatuas, fuentes, terrazas, escaleras, puentes, invernaderos y... naturalmente, un tradicional molino holandés, que sirve para mostrar cómo se elaboraba la harina y desde el que se obtiene una preciosa perspectiva sobre todo Keukenhof y los interminables y floridos campos de plantaciones. El parque primaveral más bonito del mundo está de celebración en 2009 ya que cumple 60 años desde su inauguración y ha sido visitado por más de 44 millones de visitantes en este tiempo. Pero pese a su edad, está más joven que nunca, con la primavera mostrándose en todo su esplendor de flores y colores. Además de los millones de bulbos en flor y las fantásticas exhibiciones de flores, Keukenhof tiene el mayor jardín de esculturas de los Países Bajos y es el lugar más fotografiado del mundo. Conocidos como los "jardines de Europa", Keukenhof son seguramente de los más hermosos que existen. Inconfundibles por sus brillantes colores, su variedad de flores y sus paisajes naturales con más de 15 kilómetros de senderos por los que pasear contemplando los conjuntos florales. En 2009 Keukenhof da una especial importancia a la relación histórica entre los Estados Unidos y los Países Bajos, desde hace 400 años. Se puede admirar un espectacular mosaico floral de la Estatua de la Libertad realizado con más de 50.000 flores de bulbos, una sorprendente ruta de temática estadounidense y un jardín estadounidense. Una larga historia Keukenhof, junto a la pequeña ciudad de Lisse, a sólo 20 kilómetros de Amsterdam, nació en 1949 como escaparate de los productores holandeses de bulbos que querían mostrar la calidad de sus flores a los posibles clientes. Los diez activos floricultores que tomaron la iniciativa consiguieron que les cediesen este parque centenario que, según los historiadores, había pertenecido a la duquesa Jacoba de Baviera en la primera mitad del siglo XV, quien lo utilizaba para descansar, cazar y recoger plantas que luego se utilizaban para cocinar en el castillo, de donde vino el nombre de Keukenhof (jardín de la cocina). Hacia 1830, se encomendó al arquitecto paisajista Zocher el diseño de unos jardines. Inspirándose en los paisajes ingleses, Zocher trazó los rasgos generales del actual Keukenhof. Pero lo que empezó siendo casi una íntima muestra comercial se ha convertido, casi sesenta años más tarde, en uno de los lugares más espectaculares de Europa y el principal atractivo turístico de Holanda en primavera, al que acude cada año más de un millón de personas. Los visitantes pueden recorrer sus más de quince kilómetros de paseos y senderos bordeados de flores y plantas, detenerse ante los diferentes jardines temáticos: aromático, abstracto, multicolor, de estilo renacentista, acuático..., contemplar la deliciosa exposición permanente de orquídeas o tomar ideas de los jardines en miniatura para trasladarlas a su jardín particular. De hecho, el aspecto pedagógico de Keukenhof es muy importante. A lo largo del parque hay diferentes puestos de información que proporcionan material de documentación sobre la forma correcta de usar el agua, el modo y profundidad de plantar los bulbos, los cuidados en invierno, etc. También hay diferentes tiendas que venden bulbos, semillas, libros especializados, pequeñas herramientas para el jardín, abonos... Hay algunos aficionados que acuden cada año, como un rito, a Keukenhof, y cada año tienen una nueva sorpresa. Y es que el enorme jardín ofrece cada vez un aspecto diferente. Cuando cierra sus puertas, los especialistas comienzan a diseñar el jardín del año siguiente. Se dibujan nuevos parterres y macizos de flores, se modifican las combinaciones de colores, se añaden otras formas... Cada año Keukenhof trata de superar al Keukenhof del año anterior. Y casi siempre lo consigue. Un gran negocio Aunque el tulipán es sin duda el símbolo floral holandés --hace unos años celebró oficialmente sus cuatro primeros siglos de vida, y desde siempre ha sido fuente de inspiración para artistas y poetas--, las flores, en general, son, además, su gran industria. La producción holandesa, que incluye flores cortadas, plantas, bulbos y productos de floricultura, ronda los 4.000 millones de euros y su cuota entre los países exportadores supera el 60 por ciento. Para obtener una idea de lo que el mundo de las flores representa para Holanda, vale la pena visitar Aalsmeer, a pocos kilómetros de Keukenhof, donde cinco veces por semana tienen lugar subastas de flores que son vendidas a todo el mundo. Cada día pasan ante los expertos ojos de los compradores 14 millones de flores y un millón y medio de plantas, y se realizan más de 50.000 transacciones a un ritmo frenético. Dos mil camiones se apañan para salir cada día del gigantesco edificio y llevar su carga por todo el mundo. Curiosamente, entre los más de 10.000 millones de flores que se venden cada año, tres especies superan al tulipán: rosa, crisantemo y clavel; pero ninguna de ellas logrará jamás desplazar al símbolo holandés por excelencia. Foto, Cor Van Iperen Texto, Enrique Sancho |
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